Amable, servicial y cálido con todo el mundo aun cuando guarda una desconfianza muy grande para todos los que no son del tipo elemental luz, sin embargo jamás se comporta de mala manera de buenas a primera, el solamente está buscando un lugar en el mundo donde pueda sentirse tranquilo y pleno para así pode volver con su familia, no desea causarle problemas a nadie así que suele callarse muchas cosas, sin embargo cuando cree que es necesario hablar lo hace. No le gustan los conflictos porque a menudo pierde el control de la situación y puede tener algunas crisis emocionales al sentirse impotente.
Aventurero de corazón, decidió lanzarse en aquel viaje porque quería meditar sin embargo también lo hizo porque aquella fue su vida desde pequeño y nunca se acostumbra a quedarse en un solo lugar, es muy apegado a los objetos materiales más por su valor sentimental que por su valor monetario. Jamás, en ningún momento se separa de su saco en el cual lleva algunos de sus tesoros más preciados, una horquilla de Florence, la montura de unos lentes descompuestos del viejo McQueen, un trozo de la espada de Knigth y una cadena que su padre y su madre hicieron con semillas y plumas cuando era un bebe. De vez en cuando se comporta algo excentrico
Esta historia comienza igual que todas las demás, con el erase una vez, en un reino muy lejano, un pequeño niño nacido en una de las innumerables aldeas de la luz, en medio del populacho apareció un pequeño rostro cubierto con un halo diferente a los demás, de ojos vivarachos y fugases pensamientos que terminaban siempre en lo incierto, desde el primer momento en que sintió sobre su piel el calor del sol y grito llorando para avisar a su madre que se encontraba bien, su padre supo que, aunque el probablemente no estaba destino a ser una heroína de primera clase, al menos si viviría todo tipo de aventuras durante su vida.
El nació en medio del bosque, su madre pensó que sus ojos no tendrían la dicha de ver nacer a su hijo, pero no fue así, la fortuna les favoreció al enviarle durante las primeras contracciones a un grupo viajeros entre los cuales se encontraba una experimentada partera que hizo más favorable la llegada del bebe, sin embargo nada más saber que lo había logrado la pareja se unió a aquel grupo que vagaba en medio de la guerra buscando un lugar donde mantenerse a salvo, la madre apenas y pudo resistir lo suficiente como para escuchar a su niño decir por primera vez la palabra “Mama”
Cuando el pequeño comenzó a crecer empezó a reconocer a todos los peregrinos como parte de su familia, El viejo señor McQueen era como su abuelo, siempre sonriente a pesar de toda la crueldad a la que estaban expuestos se mantenía sereno tratando de calmar a los más jóvenes para que se mantuvieran en calma, él le enseño a tallar la madera y a tocar diferentes instrumentos que aprendió a usar durante su juventud, cuando su piel todavía era tersa y sus músculos fuertes, el viejo siempre le miraba con ojos cálidos y acariciaba su cabeza tratando de calmarle cuando el grupo tenía algún enfrentamiento con gente de otros reinos que de vez en cuando encontraban en su camino, el viejo era inmortal al parecer, o no tanto ya que estuvo oficialmente muerto unos minutos a causa de un golpe causado por un tierra enloquecido, cuando
También estaba dentro del grupo un hombre al que todos llamaban Knight, el era por así decirlo el líder del grupo, siempre se andaba preocupando por la seguridad de los demás y tendía a ser demasiado controlador en cuanto a los movimientos de todos en el grupo, muy cuidadoso a la hora de andar había desarrollado un gran sentido de batalla de modo que el solo podía derribar más de 10 elementales de todas las razas juntos, sin embargo eso le había costado un montón de cosas, entre ellas numerosas y feas cicatrices además de una ruptura en su piedra la cual apenas y fue curada durante la restauración de los reinos
El siguiente miembro era Florence, una hermosa mujer con sonrisa angelical pero una lengua y vista afiladas, cuando se encontraban en algún aprieto ella se movía grácilmente engatusando a los soldados con dulces palabras y cálidas lágrimas, muchas veces habían salido de problemas solo con eso, sin embargo cuando las cosas se ponían difíciles ella tenía la habilidad de desaparecer de la escena tan rápido como una liebre mientras Knigth hacia el trabajo sucio, ella fue la única figura femenina presente durante su vida y una mujer a quien este seguro le dedicara cariño y respeto hasta que muera, ella también fue la encargada de ayudarlo a nacer ya que en su antigua aldea era la partera del pueblo.
Y luego estaba su padre, el hombre más raro y alocado de todo el mundo, se la pasaba de aquí para allá siempre separado del grupo pero lo suficientemente cerca como para escucharlos cuando el pidiese ayuda, su padre a quien todos llamaban Cero Tolerancia, su padre había sido parte de la milicia de la luz y era considerado un fiero luchador incluso más temible que Knigth, sin embargo el hombre al ser el último en llegar se mantuvo relegado de ese tipo de trabajos a menos que se lo pidieran, el es de esas personas de costumbres increíblemente jerárquicas, sin embargo si había algo en lo que era mejor que cualquier cosa, era como usurero, el conseguía los vestidos nuevos para Florence, los medicamentos de MacQueen, las armas para Knigth y los juguetes para su hijo, pero el siempre trabajo solo, al parecer aunque adoraba la compañía de aquellos tres, el jamás se acostumbró a viajar en grupo, siempre fue un lobo solitario que pasaba sus horas alejado de la manada
Nació, creció y maduro en medio de la guerra, sin embargo con todo el conocimiento sobre esta aún era muy imprudente para entrar en batallas y alejándose del grupo durante una rabieta fue capturado por un grupo de elementales de la oscuridad quienes encantados con la luz que emanaba lo tomaron como prisionero de guerra encerrándolo en la más infinita oscuridad “En un cuarto donde ni la luz ni los sonidos llegaban” divirtiéndose mientras observaban como trataba de no ser engullido por las sombras. Encerrado, atado y sin tener escapatoria paso tres años de su vida hundido en la oscuridad hasta que fue rescatado por su padre y aquellos a los que consideraba su familia.
Aiba respiro el aire libre durante unos momentos antes de que la ira le invadiera y decidiese arremeterse contra sus carceleros “No hay necesidad de manchar nuestras manos de sangre, déjalo estar” susurro su madre con aquella voz serena que siempre le calmaba, pero las cosas no se quedarían así, él estaba decidido a vengarse aun cuando ellos no estuviesen de acuerdo, solamente pasaría el tiempo necesario como para lograr aprender lo necesario para sobrevivir correctamente y huiría detrás de aquel grupo cuyos rostros jamás olvidaría, sin embargo cuando creía estar preparado para lo que venía…termino la guerra
El sacrificio de los reyes borro aparentemente sus heridas pero aun así no era capaz de volver a ver a los demás elementales sin tener lapsus de descontrol, el ya no quería venganza pero aun despreciaba a aquella raza mientras se mantenía alejado de todo aquel que pudiese causarle daño, ellos por fin se había establecido como una comunidad sin embargo Aiba jamás logro sentirse cómodo con nadie más que no fuese Florence, Knigth, su padre y el señor McQueen. Sintiéndose mal por causarle problemas a su familia decidió salir en un viaje de superación solamente con un saco gris como acompañante para guardar sus recuerdos
Cuando saca sus alas estas sangran debido a su descontrol emocional, es muy amable pero de vez en cuando se pone un poco amargo al recordar aquellos tres años solo.
Los lugares a donde viaja jamás dice su nombre y todos lo llaman “El chico del saco”
Aiba M. Tempest
por Aiba M. Tempest Mar Ene 17, 2012 7:47 pm
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