Días de Lluvia {Libre}

Estaba en el puerto indeciso de lo que estaba por hacer, una cosa era desaparecer una hora y otra muy diferente aterverse a moverse a otro de los reinos rogando porque no le reconociesen. Se acomodó la capucha, cubriendo parcialmente su rostro, se sentía como un fugitivo y al fijar su vista al cielo se dio cuenta que debía calmarse, era de noche pero no se veían entrellas, supo que llovería dentro de poco. Se sintió ligeramente culpable, pero sabía que de nada servía si de todos modos no pensaba detenerse. Vio el barco frente a él. Era el último que saldría ese día, y era uno que en realidad se había retrasado. Giró el cuerpo mirando en dirección a donde se encontraba el castillo, no podía verlo desde ahí, era muy difícil a través de las aguas y cuando la oscuridad se cernía sobre aquellos lugares.

A pesar de ese sentimiento de culpa, no había forma de que algo le hiciera retroceder. Su consejero no notaría su ausencia hasta el amanecer, y para entonces estaría más lejos de lo que sus guardias podrían imaginar. Aún sin ese barco, solo necesitaba un pequeño bote y sin importar que le dejara exhausto habría hecho hecho aquell y atravesado el océano. Cuando se le metía una idea como esa en la cabeza su única forma de detenerla era llevándola a cabo. Suspiró. Esperaba que pudiesen perdonarle por esto. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni se fijó en lo que pasaba a su alrededor, ni en las personas ni en nada.

Sonrió al escucharle -Las armas no son la única forma- De hecho el no sabía usar ningún tipo de arma, aunque nadie sabía eso. Todo lo que tenía eran sus habilidades con el agua y la que le había sido heredada por su raza.

-¿Crees que alguien como yo podría derrotarte? -Acercó una de sus manos al rostro del elemental de la oscuridad frente a él -Fuera de lo que es su elemento, aún así puedes enseñarle algo que pueda servirle en algún momento... - Quién sabe, él no sabía mucho de esas cosas, tampoco de pelear cuerpo a cuerpo, el suyo era débil en ese sentido. Aún ahora apenas y parecía estar recuperándose de aquel encierro que había provocado muchas consecuencias aún si nadie lo notaba.

Observó al pequeño y le sonrió -Alguien me dijo una vez que la mente lo dominaba todo-Acababa de recordarlo, aunque hasta ahora no había pensado demasiado en ello. ¿Cuánta necesidad había? habían hecho un tratado para mantener la paz en todos los reinos, pero apenas comenzaba y no podían adelantarse y decir que todo sería perfecto. Las cosas estaban tornándose extrañas y no sabía qué era lo que sucedía. Por eso estaba saliendo de esa manera de su propio reino, el cual debía proteger. Pero estaba seguro que quien estaba a su lado podría hacerlo tanto o mejor que él. Había demasiadas cosas que no podía arreglar quedándose ahí.

-Y quien domina la mente lo tiene todo- Su sonrisa se hizo más amplia -Pero eso te lo dice alguien que no podría usar su cuerpo para luchar...